jueves, 12 de marzo de 2009

Astenia Primaveral


No es obligatorio. Me refiero a eso, a esto de que alguien me quiera. No es obligatorio, vaya, que me las arreglo bien. Quiero decir, a ver si me explico, no estoy mendigando cariño. Que ya, sé, lo sé, no es eso lo que hago ni lo que parece. Pero vaya, que tampoco es como si yo fuera a ir por ahí lamentándome por las esquinas porque ese o aquel pasa de mi, o porque di tu que hace tiempo me hicieron daño, y si, que eso fue lo único que sentí, que me hizo llorar, y que parece que asumo que porque, ya sabes, porque hasta ahora no me ha pasado nada creo ya que todo me ha ido mal, y que no tiene remedio, que tengo mala suerte o asumo que simplemente esas cosas no me van a pasar a mí. No es eso, vaya, en parte si lo es, pero lo que quiero decir es que no es obligatorio que algo así me pase. No a mí, que en verdad ya me gustaría, me gustaría poder tener esas amigas de la universidad que lo son después, esas fotos tan bonitas, ese chico fabuloso o ese chico guapo, o esa chica guapa. Pero yo que sé, no es obligatorio, hay gente a la que no le pasa, o tal vez es que aún me queda un poco de tiempo por esperar, a que suceda, vamos, a que sea espontáneo. Y ahora que lo pienso, digo yo, si la gente que va conmigo será por algo, vamos, algo me querrán, dentro de lo que puede llegar a alcanzar esa palabra cuando se trata de amistades y dentro de lo que se puede querer a un amigo al que conoces no hace demasiado, y dentro de lo que es soportarme a mí, que como todos, vaya, tengo mis manías y mis fobias y mis neuras y mis tonterías.

A veces me da por mirarme el pelo, y la verdad es que dependiendo de cómo lo tenga me veo mejor o peor. Me da la vaga sensación de que ya he escrito esta frase en algún momento, en alguna parte, o que ya la he dicho.
La verdad sea dicha, a pesar de que tengo un poco largo el flequillo, últimamente me veo muy bien con el pelo como lo tengo. Y tendría que volver a teñírmelo, pero di tu que como ahora vuelve el sol, se me pondrá más claro solo, sin ayuda de tintes que luego quedan demasiado claros. Que aquí pega mucho el sol.

Me miro en el espejo y soy feliz.
Mentiría si dijera que me pasa a menudo.
Es lo perfecto que tienen las pequeñas cosas sin importancia, poblando mi vida y mi día a día.


*****



La astenia primaveral.
Son las cosas que tiene ser mujer, del norte, y que de pronto llegue la primavera en marzo, cuando aún no te ha dado tiempo a asumir que tienes que desprenderte de los jerséys de cuello de cisne y preguntarte qué hacer con tu piel blanca de muerto.
En verdad, por superficial que sea, no hay mens sana sin un corpore sano.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Modernismo

Es delicado
Es de cristal
Es un mundo de fragancias y aromas
Es un piano que ríe y que llora,

Es un espejo de borde irreal

Es el cuello curvado de un cisne

Es el suave tacto en las yemas de plumas

Es la fragante caricia de unos guantes perfumados

Es una escalera de mármol blanco

Es una reja sinuosa que te invita a bailar

Es una desnudez tibia que te recuerda a tiempos que no has vivido

Es el adorno que hubieras llevado en un ensueño bucólico.

Es un frasco de cristal que tu abuela tiró porque estaba al orden del día

Es un broche que no te hubieras puesto hasta que lo miraste con otros ojos y comenzó a ser perfecto.

Es ese poema de Darío que puedes ver sonriéndote en jardines melancólicos.




********

Si me tengo que montar en la máquina del tiempo, quiero volver a los años 10 y 20 del siglo XX. Me iría posiblemente a casa de mi abuela, y recogería los vestidos que ya no se ponía su madre, o esperaría un poco para tomar de la basura esos maravillosos frascos de cristal delicado y formas imposibles que ella desecharía un día por ser algo corriente. O me iría a París, y miraría embobada los escaparates de las boutiques, las escaleras de las casas, los enrrejados, las vidrieras. Me iría a Londres y buscaría detenerme un momento para encontrar su esencia victoriana antes de marchar a los Estados Unidos y seguir mi viaje modernista, tal vez deteniéndome en el Rio de la Plata para comprar un libro de poemas de Rubén Darío y otro de Delmira Agustini, que con algo de suerte se me pegaría algo de todo ese elitista mundo delicado. Y ya si me queda tiempo, finalizo mi viaje en el taller de Muscha en Praga y me fundo con esa ciudad modernista por los 4 costados.
En ese mundo que llaman del
Art Nouveau.